LA GOTA DE AGUA QUE VENCIO LA GRAVEDAD

HECHOS!

Por: José Ismael Castillo

Presidente de MASSDANILO

Especial para HECHOS!

Como de costumbre, me he levantado a las cinco de la mañana a leer los diarios digitales del país. Mi latop está ubicada en la esquina sur del balcón de mi apartamento, en el cuarto nivel, la que ocupo por algunas horas después de ver salir el sol, disfrutar del amanecer y dar gracias a la vida por contemplar el paisaje del creador, cada vez más refrescante en la medida que llega el invierno, tengo algunas enredaderas que adornan los hierros, y así disminuir la sensación de encierro que dan estos protectores, como es normal, en estos días llueve o llovizna para dar vida a la naturaleza que nos permite acariciar las mañanas mientras llega la luz.

A lo largo de las enredaderas se extienden sus frágiles y delicadas ramitas, y al hacer el recorrido visual veo la desigual lucha entre tres gladiadores de la naturaleza: La gravedad, la brisa y la cristalina gota de agua que pende de la punta de la debililla ramita que no quiere dejar caer su fuente de vida, la debate la suave brisa de la mañana para arrancarla de su inusitada punta por la que puede ver y apreciar la profundidad o la distancia que la separa de la tierra firme donde desearía estar...

Va y viene la sensible y debililla rama y aferrada con fuerza extraña la gota cristalina de agua permanece en su vaivén, yo me detengo y concentro en observar la desigual lucha entre ésta, la forma más pequeña de la fuente de vida de todos los seres de la tierra, en su carrera por ganar esta batalla, entre la brisa mañanera y la gravedad que le ejerce su presión para llevarla en su precipitación a los jardines de la vecina de la primera planta, sin darse cuenta que otra implacable fuerza de la madre naturaleza le amenaza.

Pero ella ahí, latente y vigorosa mandándome el mensaje de valor, me dice: "No hay fuerza que me haga desvanecer, aferrada estoy aquí a la vida para darle mis energías y mi propia vida a esta otra forma de vida que es la enredadera que adorna estos tormentosos hierros de tu balcón, aquí continuaré hasta que salga el sol y me evapore, pero para cuando esto ocurra habré nutrido de mis energías esta débil rama, para que ella crezca y embellezca tu alegría y haga más verde tu vida, tus esperanzas de vida, por la vida".

Transcurrieron más de una hora y la cristalina gota de agua estaba ahí, pendiendo de la rama , venciendo la distancia entre la tierra el y el balcón, soporta el viento y la luz del sol, insistiendo con su ejemplo y vendiendo su razón de que hemos de continuar la lucha por la vida aferrados al valor, dando vida a nuestras metas y continuar sin temor, ni a las alturas, ni a los vientos, ni a las fuerzas adversas, ni a la grandeza del fuego, ni a los rayos del sol.

Antes de que disminuyera su grandeza, me acerqué cuidadosamente a mi gota de agua, para asegurarme de que no era un cuerpo extraño lo que mis ojos por más de una hora habían observado, para estar confiado en el mensaje que en ese indescriptible lenguaje había estado hablándole a mis sentidos, me aproximé a la misma más y más, para ver más de cerca y leer y escuchar la razón por la que esta gota cristalina de rocío me escogió para hablar a mis sentidos y, por dudar, pasó lo inesperado, usó la energía de la brisa, saltó sobre mis mejillas, recorrió mi piel, abrazó mis pómulos y me dijo: "Sobre ti estoy segura, no caeré de estas alturas, he vencido, tómame".

santoscuevasj@hotmail.com